Lo que me digas, me interesa muy poco…

No hay nada que le importe más a los clientes que la opinión de sus pares. Podemos tener un sitio web más atractivo que Disney Word para un niño (o un grande también es válido), respuestas impecables, redes sociales con videos y cientos de cosas más. Pero si “otros clientes”, comentan lo negativo que tenemos, con detalle de lo que prometimos y no dimos, de nada servirá.

Eso se puede notar en muchas plataformas como Mercado Libre, Booking o Arbnb, Google (entre otras) en donde lo primero que podemos foco como potenciales compradores es en que opinaron nuestros pares. En el caso de buscar un departamento en Milano, trataremos a ver el detalle de cada uno de los servicios brindados (limpieza, wifi, etc.), la percepción sobre la seguridad en la zona, la distancia al transporte público y cuan ruidosos son los vecinos. Eso será mucho más importante que las fotos que nos muestre el anfitrión.

Poner casos de éxito en el sitio web (esos que ponemos nosotros, no que “democráticamente” pone el cliente) puede servir, pero todos sabemos que no vamos a publicar opiniones negativas. Si las marcas que nos comentan favorablemente son conocidas, la experiencia de compra tendrá menos riesgo.

Pero digamos también, que a veces sucede que algún cliente insatisfecho comenta los terriblemente malo que somos (por supuesto que lo exagera) y le pide a sus conocidos y amigos que sean cómplices en la masacre. El problema es que no podemos hacer más que denunciarlos y mirar como nuestro promedio baja.

En resumen: La opinión publicada de los clientes, tira más que una yunta de palabras que puedas escribir vos mismo.